¿QUÉ EDAD ES LA APROPIADA PARA USAR EL MÓVIL?
EL MÓVIL CON INSTRUCCIONES
En relación a las noticias sobre la prohibición en Francia del uso de móviles para
menores de 15 años en los colegios, la Fundación ANAR quiere lanzar unos consejos sobre
el uso de estos dispositivos en los adolescentes con el fin de ayudar a los padres y madres a
transmitirles la información necesaria para un uso útil y evitar situaciones de riesgo.
¿A los 12 o 14 años? ¿Quizá más pronto?
Algunos expertos recomiendan retrasarlo lo máximo posible , mientras que otros proponen
adelantarlo para inculcarles un uso responsable de la tecnología desde una edad temprana.
Y al margen de eso:
¿Conviene dejarle a un niño muy pequeño nuestro móvil para que se entretenga?
A continuación, abordamos todas esas cuestiones y te ofrecemos unos cuantos recursos si
crees que ha llegado el momento de darle a un menor su primer móvil.
Según la última encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y
Comunicación en los Hogares (noviembre de 2021), el teléfono móvil está presente en casi
la totalidad de los hogares españoles (99,5%) y la utilización de las nuevas tecnologías por
parte de los menores de 15 años se encuentra, en general, muy extendida.
De hecho, los datos recogidos en esa encuesta constatan que, de media, un 97,5%
de menores de 15 años ha accedido a Internet en los últimos tres meses. Si hablamos del
teléfono móvil, un 21,6% de los menores de 10 años lo usó en el último trimestre del año
pasado, pero ese porcentaje sube hasta el 44,7% en menores de 11 años y hasta el 67,5%
en los menores de 12.
¿Cuál es la mejor edad para permitir que nuestro hijo tenga su propio móvil?
El experto en Alfabetización Digital Jordan Shapiro, en una entrevista concedida a El
País, aseguraba que «hay que darle un móvil a un niño antes de los 13 años, cuando todavía
se deja aconsejar» porque a los 7 o 9 años aún admiten pautas, después te dirán que «tú no
sabes de lo que hablas».
Por su parte, María Zabala, también experta en Alfabetización y Ciudadanía digitales, ya nos
dijo hace tiempo que el hecho de que un niño tenga un teléfono móvil a los 9 o a los 13 años no
depende tanto de la edad como de sus necesidades y, por supuesto, sus circunstancias: «El tema no
es el dispositivo, sino lo que se haga con él».
En el libro «Los nativos digitales no existen», Rebeca Díez, Doctora en Comunicación,
y Marga Cabrera, fundadora del Observatorio de Nuevos Medios en España, también
recalcan la importancia de usar el móvil como una herramienta. En este sentido, aseguran
que «la edad dependerá de la familia y la decisión de los padres, no de los niños» y
consideran que los 11-13 años es una buena franja siempre que el móvil se utilice para estar
en contacto con su grupo de amigos y para estar localizable.
La psicóloga experta en adicciones tecnológicas Gabriela Paoli nos explicaba que «en
general, los expertos recomendamos regalar un móvil a partir de los 16 años, pero las
estadísticas tiran por debajo». Y añade: «Más que la edad (aunque importa), es clave el nivel
de maduración y autonomía que tenga el menor». La Fundación ANAR también incide en la
importancia de la madurez del niño, igual que Internet Secure for Kids (IS4K) y la Academia
Americana de Pediatría .
Si hablamos de los niños más pequeños, la OMS ha reiterado en numerosas
ocasiones que los menores de dos años no deberían tener acceso a las pantallas, no sólo de
móviles, sino tampoco de ordenadores o de la televisión. Por tanto, dejarle nuestro teléfono
a un bebé para que se entretenga está más que desaconsejado.
La única excepción en niños de corta edad serían las apps de videollamada para estar
en contacto con otros familiares. A partir de los 3 años, la Academia Americana de Pediatría
recomienda un máximo de entre 1 hora y media y 2 horas de exposición a las pantallas.
Anna Ramis, autora del libro “De 0 a 3” detalla la relación de riesgos para cada etapa
madurativa, por ejemplo, en menores de 3 años el impacto en la fatiga visual, el descanso o
la incorporación de hábitos sedentarios en una fase de desarrollo funcional y motriz clave
en la vida. Establece también una recomendación de usos en función de la edad:
· de 0 a 3 años : 0 pantallas.
· de 3 a 6 años: límite de 30 minutos al día, siempre acompañado de un adulto
· de 7 a 12 años: incremento paulatino hasta un máximo de 1 hora diaria, con
supervisión por parte de un adulto 1 .
Ha quedado claro, por tanto, que no hay una edad concreta en la que un chaval
debe tener su primer teléfono, sino que dependerá de las circunstancias, las necesidades, el
1 Hábitos cibersaludables
entorno, además de la autonomía y maduración del niño. Ahora bien, todos los expertos
inciden en la necesidad de acordar unas reglas antes de dar un dispositivo a un niño.
La fundación Anar ha creado un contrato par un buen uso del móvil que nos
puede dar muchas ideas para adaptarlo a nuestras necesidades y a la edad de
nuestro hijo.
Parte de la idea de que el móvil no es juguete, es un instrumento que hay que
saber usar de un modo adecuado para que nos sirva realmente y no un artefacto
que puede estar destrozándonos inadvertidamente.
Destacamos las ideas fundamentales a tener en cuenta en la elaboración de
un contrato de buen uso del móvil para un menor:
-El uso del móvil en menores de edad no es privado. Por lo tanto los padres
podrán acceder a contraseñas y a sistemas de control parental adecuándose a la
edad del menor.
-El menor tiene que ser responsable de su uso y tener la confianza necesaria
para contar a sus padres si tiene algún problema que no pueda hacerle frente para
poder resolverlo.
-Tiene que tener unos horarios de uso concretos y por escrito.
-Saber que el móvil no sustituye a las relaciones con los demás y fomentar la
forma presencial.
Todos estos consejos se pueden llevar a cabo fácilmente cuando haya una
buena relación entre los padres y los hijos, por ello, hacer todo lo que contribuya a
ello será nuestra mejor opción.
¿Y cómo podemos mejorar la relación con ellos? Pasando tiempo con ellos,
hablando, observando, leyendo sobre el tema, realizando cursos para padres…en
definitiva, queriéndoles como son y ayudándoles a satisfacer las necesidades que
por su edad no pueden hacerlo.